Las vidas de Luis Caro lo hacen entrelazar constantemente la música con el teatro, sea como compositor o intérprete, así como actor, director y dramaturgo. El artista marplatense no siente nada de ello como una rvalidad interna, sino como una amalgama creativa.

“Me llevo bien con todas las formas de expresión que he intentado. Me fascina el teatro y la literatura, pero en parte siento que la música es una novia misteriosa que una tarde inmemorable me robó el corazón y desapareció. Desde entonces la busco con poca fortuna y mucha moral, la moral del fracaso cervantino”, describe en diálogo con LA GACETA.

El artista marplatense realizará hoy, al frente de su cuarteto, su primer concierto vía streaming desde su canal de YouTube, con obras de su disco/libro “País Semejante” (lanzado el año pasado). Son versiones personales de obras de compositores argentinos de los años 60 y 70. Además, adelantará parte de “País Semejante 2”, que se estrenará en 2021 con canciones de los 80 hasta la primera década de este siglo. La función será a las 20, con entrada virtual a la gorra.

- Tu obra dramatúrgica, poética y musical te ubican como un artista vinculado con lo político. ¿Es correcto ese encuadre?

- Siempre mi expresión estuvo vinculada a lo político. Cómo iba a ser de otra manera si a los 19 años ya había perdido 15 compañeros, incluyendo a Gregorio Nachman, director de la Comedia Marplatense. Toda mi vida expuse lo artístico a una mirada política, a una necesidad social, a los sueños colectivos. Todo lo produje con sincero amor para dejar testimonio del horror que vivimos como generación.

- En tu disco abordás el período fundacional del nuevo cancionero folclórico. ¿Por qué elegiste ese momento?

- A fines de los 50 y comienzos de los 60 se vivió un fenómeno de popularidad de la música que las compañías discográficas llamaron “el boom del folclore”. Las playas se llenaron de guitarras y de acentos provincianos, que coincidieron además con una gran migración interna. Ese tal vez haya sido el punto de consolidación de la música folclórica, que a mediados y finales de los 60 se encontraría con otro nacimiento de su propia familia: el nuevo cancionero argentino que desde Mendoza, especialmente, viene a resignificarlo todo. Allí abrevan verdaderos mitos como Armando Tejada Gómez, Tito Francia, César Isella, Los Andariegos y la inolvidable Mercedes Sosa.

- ¿Cual es el semejante del país?

- Reconocer al otro como un individuo diferente y, a la vez, prójimo es casi natural. Pero es también es un hecho que las sociedades modernas no abonan, menos los que las controlan desde el poder. Pareciera que desde ese lugar sólo se proliferara el odio y la discriminación, pero claro que existe el semejante.

- ¿Ese otro que planteas conceptualmente tiene protagonismo en la representación artística actual?

- Es difícil descontextualizar, vivimos otros tiempos, con superabundancia de información, de acontecimientos, de falsas noticias. La artística actual está en resistencia permanente, aquella era la vanguardia.

- ¿Sobre qué ejes estás trabajando “País Semejante 2”?

- Son los mismos que alumbraron la primera parte. Resignificar algunas canciones que están en la memoria de nuestro pueblo con un concepto estético mínimo y personal. Sé que es difícil el deseo, pero muy movilizador.

- ¿Qué se viene a futuro?

- Seguir experimentando formas de comunicaciones nuevas, mínimas. No que me queda ni una certeza.